12/15/2004

P.D. ¡Cómo los extraño...!.

JESSICA ZERMEÑO

La casa estaba vacía. Salió aprisa y olvidó cerrar su vieja libreta de recuerdos. Una especie de diario, al cual recurría sólo cuando la pena era más grande que las ganas de seguir. Así, entre hojas viejas y letras corridas por lágrimas, se alcanzaba a leer un poco de su dolor:
Sólo faltaba un día. La celebración del 12 de diciembre era doble tradición: la clásica comida para festejar a la tía Lupe y el sorteo de nombres para hacer intercambio de regalos para la Nochebuena. Todos los años era lo mismo, sí, era una comida de "festejo" pero al fin y al cabo un domingo como todos Ðvisita en casa de la abuela-. Mis pláticas interminables con los primos, los tíos preguntando del trabajo y las madres metidas en el tema de la fe. En fin, nuestros temas de sobremesa. Creo que lo más emocionante era cuando cada cual escogía el papelito para saber a quién tenía que comprar un regalo. Al primo sangrón, la tía exigente o aquel primo que siempre le regalan ropa interior. Aún así mi necesidad de esos momentos, esta vez se triplicó. La abuela murió hace unos años, claro la familia se dispersó un poco. No como yo. Aún cuando era una reunión familiar de vez en vez caía algún amigo entrañable de la familia.
Llego el día, esa mañana me sentí como si fuera ir a la gran fiesta, ya no era un domingo más. No sólo me alegraba saber que vería mi familia consanguínea. Ahora también sería una visita para papá, mamá, Gaby y Tinito. Hace tres semanas no los veo y cinco meses que salí de casa. P.D. ¡Cómo los extraño...!

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