12/27/2004

Despropósitos de Año Nuevo

Carlos Alberto Patiño

Dados, como somos los humanos, a la celebración de los ciclos, el que comience un año nos pone en situación festiva, eufórica y colmada de buenos deseos.
Pero yo, en este cambio de calendario, no tengo buenos propósitos. Si acaso se me ocurren puros desatinos, como los que perpetró don Quijote en la Sierra Morena para atraer la benevolencia de la sin par Dulcinea del Toboso.
También me da por augurarme un periodo dificultoso, como el que le espera al jefe de Gobierno, según él mismo ha dicho.
Pero a diferencia del Peje, a mí no me han servido de entrenamiento los últimos meses. Es que, aún sin tener videoescándalos que me ronden, estoy seguro de que voy a meter la pata en los mismos agujeros. Nada hay que me haga pensar que no volveré a tropezar con la misma piedra.
Esa piedra que lanzará, como siempre, una esbelta y pequeña mano, pecosilla y con un lunar en la palma, para más señas.
Y ya en plan negativo, las perspectivas son de lo más negro... Como siempre, con esa piedrezuela que me llega a pesar como una roca
Sin embargo, estoy cierto de que voy a dar con el mismo escollo en la misma vereda. Eso no tiene remedio.
Debo reconocer que me encanta transitar por esa senda, y ni modo, que venga como venga.
Acaso mis prospectivas están erradas, Quién quita y este año mejore el panorama...
Ya ven, ya me estoy inclinando hacia el lado de los buenos deseos.
Así que aprovecho para pedirle a los lectores de este espacio que no se dejen convencer por un cronista mal temperado y en vena pesimista.
Que el próximo año sea mejor para todos.
Vale.



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