11/19/2004

Bienvenidas a casa

Jessica Zermeño

Esta es la historia de dos valientes chicas que un día decidieron emprender sus vidas lejos del cariño de sus padres. Ahora serán Charo y Jelo. Jelo y Charo.
Ambas familias pusieron el grito en el cielo. Ciertos tabúes impiden la comprensión. ¡Cómo dos mujeres solas¡ Esta ciudad es muy peligrosa. Y así miles de malos deseos. Pero si no tienen dinero. No saben lo que es mantener una casa. Van a terminar peleadas y con deudas. Aun así, ilusionadas emprendieron el sueño. Buscar un hogar.
Caminaron por las calles de la colonia Juárez. Apuntaron cantidad de teléfonos. Visitaron departamentos sin tener cita. Algunos inquilinos fueron convencidos por las chicas para mostrarles sus viviendas. Eso les dio una idea de lo que querían. Pero no todo fue tan sencillo.
Rentar un departamento en pleno siglo XXI es muy complicado.
Primero, un lío para encontrar a la dueña, conocer el departamento y precios. Más tarde todo el papeleo y un aval.
El primer día se quedaron en espera por más de dos horas y media. Una confusión hizo que la señora Ema asistiera a otras de sus propiedades.
Finalmente, lograron conocer el lugar de sus sueños. Sencillo, de dos recamaras, un baño y una pequeña cocina, sin estufa.
No era nada comparado con la casa en la que habitaron por más de 20 años, pero lo llenarían de ese calor de hogar.
Recorrieron los vacíos rincones del departamento número 9. Ya veían sus nuevos días de penas y glorias en las paredes que ahora guardarán sus secretos.
La ilusión no se pudo ocultar en sus ojos. Aunque el precio hizo un nudo en sus gargantas. ¡Vaya tontas, qué esperaban!
No importó. Ya habían hecho cuentas y estaba dentro del presupuesto, algo apretado, pero quedaba cubierto. Las nuevas responsabilidades había que adquirirlas desde ese día.
El compromiso de palabra se logró. Ema fue amable, aunque no accedió a entregar hasta dentro de una semana el nuevo hogar.
Para estas fechas, las paredes susurrarán “Bienvenidas a casa”. Y un sleeping y varias maletas serán las únicas pertenencias que ayudan a evitar el extraño eco, ese que les recuerda el ruido de casa que ya no escucharán.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya no hay eco. Por fin tenemos varios muebles. Un comedor, una lavadora, muebles para la ropa, un pequeño ropero, horno de microondas, refrigerador, una alacena. La verdad es que lo hicimos mucho antes de lo que pensamos. Muy bien Charo y Jelo.