1/12/2005

1980

Carlos Alberto Patiño

Déjame que te cuente.
Hace 25 años, cuando tú llegaste, no había celulares, casi nadie tenía microondas y las computadoras eran cosa de las grandes empresas o de genios. Las videocaseteras apenas comenzaban a ponerse de moda, y tener un fax era expresión máxima de modernidad.
La ciudad era un poco distinta. La Línea 3 del metro, apenas hacía algunos meses que llegaba a Indios Verdes, e Insurgentes Norte no era como la ves ahora, con pasos a desnivel y sin semáforos.
Estábamos a punto de entrar en una fase de obras públicas que, como ahora con el Peje, arrasarían con miles de árboles, algunos de ellos centenarios, y que modificarían definitivamente el perfil urbano. El jefe del Departamento del Distrito Federal (ese era el nombre del puesto que ahora ocupa López O.), había anunciado la construcción de los Ejes Viales para mejorar la circulación vehicular.
Calles y avenidas con nombres tradicionales y sugestivos como Niño Perdido o San Juan de Letrán perdieron su prosapia para adquirir frías denominaciones como Eje tal y cual.
Deja, te sigo contando. En aquellos años, el transporte público, con excepción del entonces flamante Metro, era tan caótico como ahora. Los camiones (vitrinas, delfines y ballenas, pertenecían a un grupúsculo al que se denominaba Pulpo Camionero. Haz de cuenta que era como una mafia de microbuseros, pero a lo bestia.
Por esos días empezaba sonar un grupo español con nombre de juguete. Su vocalista, Ana Torroja, era una jovencilla desgarbada. En la Televisión, las desventuras de Lucía Méndez en “Colorina” tenían con el alma en un hilo a miles de amas de casa. En los cines Robert de Niro se ganaba el Oscar como mejor actor.
Te cuento más. Eran los años en que los mexicanos, gracias al petróleo, nos sentíamos ya parte del primer mundo. Es cierto que ese año, el poder adquisitivo era bueno, el país crecía y el desempleo bajaba. Pero era una ilusión, poco tiempo después despertaríamos en una amarga realidad.
Un mal dato de ese año fue el asesinato de John Lennon a manos del psicópata Chapman.
En 1980, amiguita, yo tenía tu edad. También acabada de hacerme de un minúsculo departamento y me esforzaba por sobresalir.
Esas cosas pasaban hace 300 meses o mil 304 semanas y media. Hace 9 mil 132 días, algo así como 219 mil 168 horas, o poco más de 13 millones 150 mil minutos, es decir, casi 790 millones de segundos, el tiempo que, para bien, tienes ya entre nosotros. Todo un cuarto de siglo.

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