1/25/2005

María, es obvio

Carlos Alberto Patiño

Era guapa, sin duda. Fue la secretaria de uno de los lugares donde trabajé. Tenía unos muslos capaces de hacer olvidar a cualquiera las faltas de ortografía que llenaban sus escritos.
Era bella y deliciosamente ignorante.
Estaba enamorada de su maestro de Conalep. Esas cosas pasan, aunque luego se nieguen o generen demandas.
Ella no tenía tantos problemas. Ahora, el hijo de mi mejor secretaria y de su prof debe ser un adolescente. En fin...
María tenía una larga lista de admiradores, dispuestos a revisarle los memos, a darle un masaje en el tobillo cuando se lo falseaba, o si estaba tensa, en el cuello.
La historia de siempre. Una chica guapa y un montón de tipos prestos a ayudarla, no sin otros intereses.
Pero como yo soy ingenuo, según me han dicho, no sé qué buscaba ese clan de seguidores.
María me dio una lección.
Dura, fuerte.
Me hizo ver algo que quienes ejercemos el oficio de la información no debemos olvidar.
Nuestros lectores no piensan como nosotros. Los periodistas que queremos revelar la verdadera verdad, tenemos que esforzarnos por entender los intereses y procesos de nuestros lectores.
Todo esto quiere decir que nunca debemos de dar por supuesto que lo que nos parece obvio, lo es para todos.
Un día, María no llegó a trabajar. Y hacía falta mandar un fax.
Entonces eso era una novedad. Y nadie sabia usar ese aparato del demonio. Buscamos el manual en el archivo. Buscamos y buscamos... En fin, lo resolvimos.
Al día siguiente le pregunte, Mari, ¿dónde está archivado el instructivo del fax? Nunca lo pude encontrar.
M e respondió con un candor envidiable. Pues en la “R”. ¿En la “R”?, me pregunté.
Claro, dijo la hermosa.. En la “R”
¿El fax en la “R”?, volví a preguntar
Es obvio, dijo, la fresca Mari. En la “R “ de Relacionado con el fax., dónde más, comentó.
Pues sí, era obvio, ¿verdad?
Cómo no me di cuenta, Mari.

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