1/25/2005

¿Golpe de suerte?

Jessica Zermeño

Pasaban de las dos de la tarde. Iba de regreso al trabajo. Entre a la estación del metro Zócalo. Por la línea dos. Me sentía mal. El frío había hecho que el virus de la gripa me invadiera. Era indiferente a los cientos de usuarios del metro. Casi podría decir que caminaba en “automático”. Porque tenía que hacerlo.
Fue entonces cuando un hombre, como de 50 años, llamó mi atención. Me percaté que recogió algo del suelo. Me enseñó un fajo de billetes de cincuenta pesos. No me importó. El hombre caminó cerca de mí. Comentaba de la suerte que había tenido de encontrarse ese dinero. La gripa ni me dejó pensar en que sí había tenido suerte. Él siguió hablando de la necesidad económica que tenía y me dijo “pensé que le diría a la señora de rojo que se le cayó”. Pues no, ni me fijé.
Entonces me detuvo antes de acercarme al vagón del metro. Me dijo que nos podíamos repartir el dinero. No entendí por qué si tenía tanta necesidad, quería dividirlo. En eso, una señora vestida de rojo se acercó. Nos preguntó sí habíamos visto su dinero. Él se aproximó a mí. Me abrazó. Eso hizo que despertarán mis sentidos. Fui acorralada por la señora y él.
Me quité del lado del señor, quedando de espaldas a las vías del metro. Lo que me causó más temor.
La mujer pedía que le mostráramos nuestros billetes. El hombre sacó unos. Ella los olió y descubrió que no eran de ella –vaya forma de reconocer sus ahorros-. Tocó mi turno de mostrar mis billetes. Le enseñé el dinero que traía en la bolsa de mi pantalón. Sólo unas monedas. Exigió ver los billetes. Le dije que no traía. Sin más, el hombre le regresó el fajo de cincuenta pesos y se perdieron entre la gente. No lo entendí.
Pensé que todo podía ser una broma. Pero no. Estuve a punto de ser asaltada por un golpe de “suerte”.

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