1/24/2005

Travesuras de antaño

Era un niño simpático. Muy regordete a sus cinco años. Era el penúltimo de cinco hermanos. Ser de los más peques tiene sus ventajas, si se sabe escapar del ojo vigilante de mamá.
Paquito siempre sabía como divertirse. Aún cuando hace 40 años no había juegos de videos. Se divertía buscando lombrices de tierra en el jardín. Si había suerte un día encontraría, a la vieja viborita que se le escapó. También era muy hábil para trepar por los marcos de las puertas. Ese viejo hobby con el paso de los años lo perdió.
Un día jugando a las escondidillas, olvidó a su hermano en el refrigerador. Pobre de Paquito, de milagro el “manito” aún seguía vivo.
Los días de castigo fueron difíciles. Todo le estaba prohibido. Triste desde su cuarto miró la lluvia caer. ¡Que ganas le dieron de salir a mojarse! Pero eso sería un nuevo castigo. No podía evitar la fantasía de verse brincotear entre los charcos que se hacían en la calle con rapidez.
Y fue cuando los charcos comenzaron a volverse una especie de canal. La calle se había inundado. Pocos se atrevían a meter un pie en el agua que corría a buena velocidad rumbo a la coladera más cercana. Las ansias y la mente inventiva lo hizo arriesgarse. Decidido salió del cuarto. No hizo ruido, para no alertar a mamá de la nueva travesura que estaba por pasar.
El hermano al que casi hizo paleta, lo siguió. Paquito, como siempre al frente. Ideando, maniatando la diversión. Tomó una tina. De esas grandes de aluminio donde mamá lavaba la ropa. Abrió la puerta del zaguán. Ante sus ojos, seguro vio el Río Amazonas y sin pensarlo puso la tina en la corriente de agua y trepó en ella. El hermano paleta esta vez no lo acompañó en la aventura.
Y así fue conquistando los choques de la corriente con las casas. Las pequeñas manitas daban dirección y ruta en aquel camino. Y cuando el fluido lo apartaba de la aventura, bajaba del “bote”, lo volvía a empujar “río arriba” y se volvía a tirar.
Afortunadamente la aventura fluvial no tuvo castigo, pero si una fuerte gripa que bastó para tenerlo por un rato quieto en la cama.
Hoy, cada que veo las inundaciones en Insurgentes me gustaría lanzarme a la aventura y igual que papá.

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