1/24/2005

No me subo, no me subo!

El tráfico estaba insoportable. El calor infernal calentaba cada vez más el viejo “vocho”. La marcha de maestros los tenía a vuelta de rueda en Insurgentes. Él no podía ocultar su fastidio. Poco le faltó para pedirle a la novia que manejara el auto. Sólo que ella estaba indispuesta en los brazos de Morfeo. Su semblante reflejaba un placentero sueño.
Él acostumbraba despertarla con cualquier motivo, quizá celoso de no poder descansar.
Pero esta vez, un secuaz más molestoso y aterrador la hizo despertar. Sintió que algo cayó sobre su brazo derecho. Apenas pudo abrir los ojos. Muy borroso vislumbró una salvaje abeja postrada, quien sabe para que descabelladas intenciones, en su extremidad.
El grito ensordecedor no se hizo esperar. Y es que las mujeres son especialistas en entrar en crisis nerviosa. El caballero se molestó ante la insignificancia del asunto. Ella, valiente tomó a la abeja y la alejó de su brazo. Subió los pies al asiento y aterrada pedía auxilio, al mismo tiempo que era callada por el seudo galán. “No puedo hacer nada, voy manejando, quieres que choque” intento persuadirla.
La abeja acechaba por debajo del asiento de él. Eso la tranquilizó, hasta que la pequeña intrusa intentó invadir su espacio. Fue ahí cuando sin pensarlo decidió bajar del auto, en medio del tráfico. Él no lo podía creer. Ella prefirió caminar por la acera. ¡Total iban a vuelta de rueda! Desde el auto, el chico le pedía que subiera. Muchas negativas recibió. ¡No, no y no! Fue entonces cuando decidió buscar a la abeja. Se enfrentó a ella y acabó con su diminuto ser. Confirmado el deceso la cobarde, histérica y conflictiva mujer regresó al auto para ser la burla durante todo el trayecto de su amado.


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