1/25/2005

Cascarita

Carlos Alberto Patiño

Es la pasión deportiva en su expresión mayor. Aquí, en la cancha de asfalto, se evidencia el difundidísimo gusto por el futbol.
Porque se necesita ser un verdadero fanático de este juego para practicarlo a media noche en las calles de la colonia Roma.
La hora contribuye a que sena mínimas las interrupciones por el tráfico vehicular, pero no se está exento de riesgos. Sobre todo cuando los partidos se realizan en fin de semana. Las calles del rumbo también incitan a los schumacher locales, así que los futbolistas tienen que correr con un ojo al balón, otro a los contrincantes y otro más (¡otro!, bueno, hace falta) a los automóviles.
Nada detiene a los deportistas. Los he visto perseguir el gol incluso en noches de llovizna, he presenciado sus afanes por dominar la bola en noches gélidas y he sido testigo de encuentros en las más cálidas jornadas veraniegas.
Eso sí, todo cuidando las formas debidas. No importa que el juego se desarrolle en el pavimento de Guanajuato, entre Mérida y Córdoba. Ni que la hora y la iluminación dificulte la presencia de espectadores.
Más de uno de los practicantes del ritual de la pelota se presentan ataviado como marca el canon. Shorts o, las más de las veces, bermudas, tenis y la camiseta del equipo favorito, aunque eso provoque que en el mismo bando se encuentren las insignias de los más acérrimos rivales.
Gladiadores de la noche, épicos atletas callejeros, los futbolistas de mi colonia sí que saben degustar los placeres de una cascarita.

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