1/24/2005

¿Papito?

Jessica Zermeño

Los días de escuela de Fer solían ser divertidos. Mamá la vestía y cargaba una pequeña maleta con ropa extra. Al llegar a la guardería cambiaba de brazos. Las maestras la recibían con mucho amor. Nunca sintió que algo le faltara. El salón de clases estaba decorado con algunos de sus dibujos.
Los días de lluvia le molestaban. No podía salir al pequeño jardín a enlodarse. Era la segunda semana del mes de junio. Todos trabajaban en una bonita manualidad. Algunos eran más diestros que otros. La dedicación era muy subjetiva. A final de cuentas los papás nunca utilizarían esa “cosa”. Lo que fuera que los niños del salón tercero B intentaran hacer.
Las maestras trataban de hacerlos ver lo mejor posible. Pocas veces lo lograban.
Fer era una niña con ciertos talentos. La pintura no era lo suyo. Pero el ingenio podía más.
Lo mejor de la semana llegaba al envolver el regalo. Ahí esperaría hasta el lunes. Si el día del padre era el domingo, pero lo celebrarían hasta el lunes.
Fer vio como la maestra guardó en el viejo y ruidoso estante su trabajo. Era más que un trabajo. Había pasado parte de su vida, toda una semana, haciendo arreglos para ese obsequio.
Por fin llegó el día. Una pequeña ceremonia. Muchos padres de familia. Era muy común ver mamás en la guardería. Pero ese era un gran día. Papá visitaba ese pequeño mundo de Fer. Participó en cierto bailable. Ese año se vistió de vaquera. Todos disfrutaron del singular evento.
Los padres pasaron entonces a los salones en busca de su regalo. Mientras los niños y niñas eran despojados de los tiernos disfraces, para regresar a la batita azul a cuadros.
Fer corrió al salón de clases. Buscó a papá. Creyó verlo. ¿Papito? Lo confundió.
Al fondo del salón mamá recogía el regalo, como cada año.


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