1/24/2005

¡Baños públicos!

Baños
Ciudad
Jessica Zermeño

¡Ya fuiste al baño! Decía mamá antes de salir. No recuerdo el día que deje de escucharla, para ir como por inercia. Esa es una regla básica para todo niño.
Cuando por alguna extraña razón, el tiempo fuera de casa era excesivo siempre había otro recordatorio “No te sientes”. Ese ni falta hacía darlo. ¿Alguien puede traer a la mente un baño público decente? Nunca habrá nada como el de casa. Sin embargo en alguna ocasión me tope con lo que llamaría la peor anécdota en un baño público.
Primero descartaré las largas filas del tocador de damas en los cines. Tampoco importa el hecho de que todas quieran sus cinco minutos frente al espejo. Mucho menos, que una escuincla traviesa se salga por abajo y deje cerrado uno de los tres sanitarios.
En cierta ocasión, caminando por Plaza Garibaldi, llegó el momento que mi cuerpo pedía con urgencia un baño. Sin prestar atención seguí caminando en compañía de mi hermana. Mi razón decía que debía esperar hasta llegar a casa, sin embargo aún no podía partir de regreso, debía distraer a la festejada para no arruinar la fiesta sorpresa. Así que seguí haciéndola caminar, pero el suplicio era para mí. Con el pretexto de buscar un baño, la traje un buen rato de aquí para allá. Llegamos, no sé como al maravilloso mercado de Granaditas. Un lugar no muy seguro por cierto. Para entrar al baño pagamos dos pesos. Recibimos nuestro pedacito de papel y todavía sufrimos el tormento de la espera.
El olor no era nada agradable. Pero que más se podía pedir. Al llegar finalmente al lugar donde ya se podían ver los baños, ambas fuimos sorprendidas con semejante espectáculo. ¡No había puertas¡ Eso sí que no lo esperábamos. Algunas señoras de complexión robusta servían de puerta a alguna comadre. Otras quitadas de la pena hasta revistas leían. Pero para nosotras ya era lo suficientemente tormentoso estar en ese baño, como para que además no hubiera puertas. Súbitamente la necesidad fue controlada, mi vejiga no me lo perdonó, pero esperó hasta la comodidad de casa.

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